sábado, 1 de mayo de 2010

El perdón...

Todos queremos perdonar y ser perdonados, y seguir adelante con menos peso en la espalda. Escudarnos en la idea falsa de "yo no quise herirte"... Y luego nos damos cuenta de que con cada paso va quedando herido incluso ese pavimento, esas hormiguitas que cruzaban inocentemente para llegar al otro lado con su carga. La vida nos enseña que es difícil no herir y aún menos salir herido y entonces viene la idea del perdón para hacernos sentir un aroma a culpa. Me declaro hoy culpable, culpable de la ofensa, culpable de haber juzgado rápido, culpable de no haber pedido un perdón a tiempo. Me declaro también herida, herida por la llamada que nunca llegó y por los amigos que tanto busqué en los momentos difíciles y no llegaron. Me declaro culpable por no buscar a los amigos en sus momentos difíciles, por no ceder el orgullo y simplemente abrazar la vida.. El perdón es un néctar de sabiduría, perdonar es vivir y poder seguir adelante con la frente en alto. Quiero perdonar, quiero pensar que el olvido no es necesariamente un perdón sino una excusa para tomarle fotos al pasado... Un estrategia para olvidar...el perdón?

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Un cuento para olvidar

Ella se negaba a olvidar, se negaba porque olvidar era un dificil tarea, una tarea de valientes que ella no estaba preparada para asumir.
Recordaba los días y las noches, los amores y los desamores, las palabras y las cosas, ella solo olvidaba el deber de olvidar...
Desde muy niña soñaba con ser artista, soñaba con lograr cambiar la ausencia por la presencia, el olvido por el recuerdo, los recuerdos por amores.
De noche siempre la acompañaban los cuentos, cuentos de esos que nos acompañaron cuando niños; habitados por heroínas de fantasía, diosas que no existen más que en la imaginación, escritas por grandes escritores que ya no escriben.
Los años corren, corren para escaparse del olvido que los persigue como un policía del tiempo.
Se crece y se olvida inevitablemente; se olvida para nacer, se olvida para crecer y ser.
Los cuentos que leía ya no ocupaban sus noches, pero si sus recuerdos más felices; ya no quería que el amor habitara sólo como una presencia infantil. El amor debía nacer del respeto y del trabajo, y aún más del arte, porque era él quien ocupaba ahora sus pensamientos.