jueves, 20 de septiembre de 2007

la calle: no se vive sin ella

La calle tiene cicatrices, tanto como los rostros de sus habitantes, el sol quema, la lluvia moja, el olvido nos cura...
UNA HISTORIA Voy para el trabajo, me subo a un bus ruta x. Unos personajes cantando rap, "dios los bendiga", yo salí adelante". Grabadora en mano, un sonidito estridente pero pegajoso. "Soy desplazada, estoy viviendo en un hogar de la cruz roja...", 3 le valen 500, los 7 en 1000" A veces uno está cansado, se hace medio el loco y cierra un ojo, pero no... no se puede. Lo cierto es que todas estas personas que se suben diariamente a los buses van construyendo algo que anestesia o hiere. Sentirse tocado por la pobreza o por la necesidad nos llega por identificacion, ese "ponernos" en el lugar del otro, pero debería ser más que eso. También para muchos no es nada complicado dormirse y evitar la charla de injusticia social, otro, simplemente sigue en el monólogo de su vida, indiferente a estas necesidades que aparecen bruscamente golpeándonos sin permiso. Esta es la verdad:la necesidad es una cachetada, por eso es imposible vivir sin la calle, sin subirse a un bus y dejarse chocar, para estar vivo, para no ser ignorante de la realidad y vivir sin mentiras, para llorar cuando hay que llorar, para saber hablar de amor sin afanes gratuitos, para hablar de conciencia social desde la calle y no desde una vitrina.
Un hombre muerto en la vía 7:48 pm, calle 37 aprox sentido sur-norte
Venía en el bus encartada y pensativa, quizás solo quería llegar a mi casa , prepararme algo de comer,dormir. Las calles un poco solas, las personas adormiladas:"Despejen la vía" el sonido clásico de la ambulancia" pienso en blanco, quizas vayan de urgencia... miro hacia la ventana, una cuadra separada y señalizada, en la mitad de la calle Un hombre muerto en la vía। Parecía descanzar en esa calle vacía; la luces de los postes lo iluminaban y le daban un dramatismo casi cinematográfico, parecía dormido... Su pelo claro, la camiseta roja y rota. Todo parecía una escena de novela, demasiado preparado, hasta ahora creo que todo fue real? ¿Cómo llegó él ahí?quien pudo dejarlo tirado?, quién se olvido de él? Tanto o nada,como algunos de los que pasaron por esa calle a esa hora yo pensaré en el, y sentiré ese frío ligero pero estremecedor de la calle que nos recibe pero que tambien nos hace tan frágiles, y después espero olvidar...
No olvide dar un paseo por la ciudad
Se debería caminar por la calle con alma. La calle nos está revelando todo el tiempo los secretos que necesita una ciudad para ser un territorio real de vida. Cada habitante tiene una historia tan anónima como la de nosotros que transitamos día a día por las calles, encerrados en nuestras soledades, acompañados de lo mismo que conocemos, herméticos frente a la idea de tener nuevas experiencias y hacer amigos en la calle.
La experiencia de trabajar en una oficina, es quizás para la mayoria de las personas un deber y un placer.Todos los días y durante años, enfrentados a un mismo panorama : una rutina que nos obliga a vivir entre unos pocos sitios , uniendo la vida de manera incidental con lo que conocemos en esos trayectos. A veces nada nos sorprende... y nada tiene de malo un trabajo de oficina, simplemente;cuando nos desprendemos de esta cualidad de propiedad de nuestra cuadra, del edificio en donde trabajamos,la seguridad que nos produce conocer a todos lo que camiman y viven cerca, empezamos en cierta forma a actuar como "turistas" y nos atrevemos a sentir la ciudad de una manera diferente.
Lo novedad nos hace un poco menos cobardes, nos implusa a aprender de la calle, probar el exquisito gusto de una ciudad que para nosotros es desconocida. Así funcionamos como turistas y ese sería el gran encanto: llegar a ser turistas de nuestra propia ciudad. Los no lugares que nos describe Marc Augé, son estos "espacios" por los que transitamos sin poder habitar y crear vinculos. Quizás no sea imposible tener un afecto o un vínculo con cada una de nuestras ciudades, pero la idea de habitar un espacio debería llenarnos de curiosidades y ganas por crear lazos. Ahora vivo en Bogotá, una ciudad enorme y de grandes contrastes, habitada por personas de aquí y de allá. Soy de Cali, me crié en una ciudad de grandes afectos y cuando llegué a la capital sentí no solo curiosidad sino un gran deseo de apropiación. Algunos de los comerciales que se promovieron para la marca de gaseosa Colombiana, aluden precisamente al hecho de sentir el país como una gran casa, en donde los techos son los cielos y los valles los pisos. Pienso que las ciudades palpitan, su ritmo se une al ritmo de nuestro corazón si así lo queremos. No vale la pena estudiar una carrera desde una oficina o un escritorio sino se complementa con un verdadero contacto con la ciudad, sin poder probar lo que la calle come, sin poder sentir el arte que vive en la ciudad, sin poder transitar los sures y los nortes sin un miedo postizo que nos llevo un equivocado desarrollo urbano. Bogotá esta más alla de los 2600, y Colombia más allá del limite de la mente.

Un cuento para olvidar

Ella se negaba a olvidar, se negaba porque olvidar era un dificil tarea, una tarea de valientes que ella no estaba preparada para asumir.
Recordaba los días y las noches, los amores y los desamores, las palabras y las cosas, ella solo olvidaba el deber de olvidar...
Desde muy niña soñaba con ser artista, soñaba con lograr cambiar la ausencia por la presencia, el olvido por el recuerdo, los recuerdos por amores.
De noche siempre la acompañaban los cuentos, cuentos de esos que nos acompañaron cuando niños; habitados por heroínas de fantasía, diosas que no existen más que en la imaginación, escritas por grandes escritores que ya no escriben.
Los años corren, corren para escaparse del olvido que los persigue como un policía del tiempo.
Se crece y se olvida inevitablemente; se olvida para nacer, se olvida para crecer y ser.
Los cuentos que leía ya no ocupaban sus noches, pero si sus recuerdos más felices; ya no quería que el amor habitara sólo como una presencia infantil. El amor debía nacer del respeto y del trabajo, y aún más del arte, porque era él quien ocupaba ahora sus pensamientos.